Clasificó a Panamericano de Triatlón con bicicleta prestada y vendiendo pasteles


“El pueblo es superior a sus dirigentes” Jorge Eliecer Gaitán

Para viajar al Campeonato Centroamericano y del Caribe de Triatlón celebrado entre las localidades de Jaltepeque y Boulevard Costa del Sol, en el salvador, Estefanía Vargas Ramírez de 16 años nacida y criada en Buga, debió conseguir parte de los recursos vendiendo pasteles, esta es la realidad del deporte en Colombia, mejor dicho es el pan de cada día.  Esto no es extraño en el medio. Pero valió la pena el esfuerzo porque la deportista al ubicarse en la decima posición de la prueba consiguió el cupo para ir a Panamericano de la categoría a realizarse en Edmonton Canadá del 7 al 9 de julio de 2012.
Recordemos que la prueba clasificatoria se desarrolló el día 5 de mayo y que junto a Estefanía participaron deportistas de panamá, Guatemala, El Salvador, Republica Dominicana y Colombia. Tiempo registrado 1 hora 12 minutos 29 segundos. Tercera mejor colombiana en la distancia de 750 metros natación- 20 kilómetros de ciclismo- y 5 kilómetros de atletismo distancia Sprint. Esta es la segunda vez que clasifica pero el año antepasado no hubo patrocinio.  En la actualidad la deportista no cuenta con los implementos para la práctica, entrena y compite con bicicleta prestada. 
A continuación la reflexión de la semana: ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA: Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea, fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.  El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar.  ¿La causa? Hacía demasiado ¡ruido! y además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.  Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija, hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás, Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.  En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo: Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.  Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación, fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho y dijo:
- “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.  Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad.  Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.  
Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán, cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa, en cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando sacamos mayor provecho. 

¡¿Que no le hablen en Chino!