El Moisés de los tiempos modernos gana medalla olímpica excelente


Moisés Fuentes García le regaló esta misma alegría a Colombia hace cuatro años. En Pekín, el colombiano obtuvo presea de bronce en la prueba de los 100 metros pecho clase, la misma que disputó hoy y le dio una nueva medalla, pero esta vez de plata. Fuentes, es un santandereano que nació hace 38 años, el 22 de septiembre celebrará su próximo cumpleaños y que mejor regalo que este reconocimiento olímpico a sus esfuerzos y dedicación al deporte. A los 17 años pasó por el momento más duro de su vida, cuando se encontraba de viaje con su hermano Rodrigo en Santa Marta, sufrieron un atentado. Su hermano, lamentablemente falleció al recibir un impacto de bala.  Moisés, aunque quedó con vida, perdió el movimiento de sus piernas por una lesión medular a nivel de las vértebras 9 y 10 que lo dejó parapléjico.  Un año después del fatídico hecho, varios compañeros que se encontraban en sus mismas condiciones lo invitaron a recibir clases de baloncesto, de allí es que nace su afición y amor por el deporte para discapacitados.  A pesar de estar ligado a una silla de ruedas, no quiso darse por vencido he hizo todo lo posible para llevar una vida normal.  Este hombre hoy es, además de deportista, contador público y tecnólogo deportivo.  En 1999 se inclinó por la natación y empezó a practicarla, gracias a su empeño se integró a la selección colombiana de esa categoría y consiguió un cupo para los Juegos Parapanamericanos de Ciudad de México, justo allí fue donde ganó su primer pase a unos Juegos Paralímpicos, Sydney 2000, y así siguió cosechando frutos y participando en las siguientes justas como Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012. Fuentes se convirtió así en el deportista con más participación en unas paralimpiadas internacionales en la historia del país, es por esta razón que se prometió luchar con más ganas y optimismo, pues espera vivir toda la vida de esta afición “Podemos dedicarnos exclusivamente al deporte, como un trabajo, como una calidad de vida, podemos vivir del deporte, cualquier deportista que se lo proponga, obviamente tiene que demostrarlo con resultados, sentirse orgulloso de lo que es y poderle traer satisfacciones a un país que lo necesita”, asegura el nadador.  (CORTESÍA EL UNIVERSAL DE CARTAGENA). 
Para finalizar la semana y prepararnos a triunfar la próxima, les dejo estas píldoras de sabiduría de un maestro Miguel Ángel Cornejo: Se llama así. EL MEDIOCRE Y EL EXCELENTE:
El mediocre ama su cama como a sí mismo. El mediocre nace cansado y vive para descansar.
El mediocre descansa de día para que pueda dormir de noche.
Si el mediocre ve a alguien descansando, de inmediato lo apoya y lo ayuda.
El mediocre sabe que si está en conflicto la fiesta y las copas con el trabajo, está dispuesto a abandonar el trabajo.
Para quien es mediocre el trabajo es sagrado, por eso no lo toca.
El mediocre evade las tareas y siempre está buscando que su labor la realice otro.
El mediocre tiene presente que nadie se muere por descansar.
El mediocre deja siempre para mañana lo que debe hacer hoy.
El mediocre se dice a sí mismo: “Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos”.
Cuando el mediocre siente deseos de trabajar se busca un lugar tranquilo y espera pacientemente que esos deseos se le pasen.
En cambio, EL SER EXCELENTE  …
El ser excelente saluda al nuevo día con mil proyectos por realizar.
El ser excelente sabe que para disfrutar el descanso debe terminar el día sin gota de energía.
El ser excelente disfruta la noche después de un largo día luchando por alcanzar estrellas.
El ser excelente reta a quienes le rodean a luchar.
El ser excelente renuncia a todo aquello que obstaculiza sus sueños.
Para el ser excelente el trabajo significa el medio para alcanzar todo lo que desea.
El ser excelente arrebata tareas y como líder va siempre adelante.
El ser excelente está consciente de que son tiempos de construir y que ya tendrá tiempo en la eternidad para descansar en paz.
Para el ser excelente el día es corto, por todo lo que tiene por realizar.
Para el ser excelente la peor enfermedad es sentirse inútil.
El ser excelente sabe que en sus deseos está la dimensión de sus realizaciones.
El ser excelente hace todo aquello que el mediocre no sería capaz de realizar y está convencido que solamente a través de su entrega incondicional y generosa el mundo puede mejorar, es protagonista del cambio, es el arquitecto social de su tiempo, el ser excelente es por supuesto un triunfador.

¡¿Que no le hablen en Chino!