Atleta de 74 años ganó maratón de Nueva York

Ejemplos como estos son dignos de mencionar, pues hay personas que a esta edad creen que la vida ya se acabó, en cambio este señor sigue compitiendo con tremendos resultados… hoy hablaremos de Hernán Barreneche Ríos, nacido el 25 de julio de 1939, a sus 74 años de edad, sigue sumando títulos en el atletismo del mundo, y dándole a su Pereira del alma, logros.  En esta oportunidad ganó en su categoría la Maratón de Nueva York, realizada el pasado domingo 3 de noviembre de 2013, después de haber empleado un tiempo de 3 horas, 34 minutos y 42 segundos para recorrer los 42 kilómetros de la competencia, derrotando al representante de Alemania medalla de plata y al holandés que terminó en tercer lugar.
Hernán Berreneche Ríos, quien venía de ser tercero en el mundial de atletismo celebrado en Brasil, gana en Nueva York sumándole títulos a su larga carrera deportiva, en la que se cuentan algunos de sus logros: en 1999 medalla de plata en Inglaterra; en el 2001 cuarto puesto en Australia; en el 2005, 2007, 2009 y el 2011 obtuvo la medalla de oro de los mundiales en maratón categoría sénior.
Vale la pena iniciar una actividad deportiva para mejorar calidad de vida, de esa forma el ser humano gana en resistencia, agilidad, flexibilidad, su vida da un giro de 360 grados, mejores amistades, mejor alimentación, mejor desempeño sexual, en fin no alcanzaría este espacio para mencionar las bondades del ejercicio físico y el deporte.
En un mundo lleno de necesidades, este es un buen ejemplo de constancia, persistencia, disciplina, tenacidad, aprovechamiento del tiempo, ganas de salir adelante, autoestima, en fin este deportista veterano se convierte en un faro que ilumina el camino bueno, un camino libre de vicios y lleno de oportunidades, estos son los ejemplos a imitar, así que si ud pasa de los 60 años y se siente  inútil o que su vida carece de valor este es un tremendo espejo.
La reflexión de hoy  es sobre la sabiduría: Una araña quería guardar en un frasco el conocimiento y la sabiduría de la humanidad. Cada cosa inteligente que escuchaba la susurraba en el envase y lo tapaba rápidamente.
Cuando la araña creyó que el frasco estaba lleno, decidió guardarlo en una cueva en lo alto de un árbol gigantesco. Se ató el frasco a la cintura y trató de trepar, como tantas veces lo había hecho. Pero le era imposible. El tamaño del frasco le impedía la escalada.
Una hormiga que pasaba por allí y a la que la araña despreciaba un poco por considerarla un tanto ignorante, le dijo: “Si quieres subir, será mejor que te ates el frasco sobre la espalda y no sobre el vientre”.
La araña se dio cuenta de que, aun después de haber juntado sabiduría durante casi toda su existencia, no tenía el conocimiento que la experiencia de lo vivido puede aportar.

¡¿Que no le hablen en Chino!