NACIDOS PARA EL MOVIMIENTO

“Los doctores del futuro no darán medicina, sino que interesarán a sus pacientes en el cuidado del cuerpo, la dieta y la causa y prevención de las enfermedades” -Thomas Edison

Desde un punto de vista físico, ¿cuál es mi naturaleza? ¿Por qué tiene mi cuerpo esta forma? ¿Para qué tengo tantos músculos, articulaciones,…? Seguro que hay algún motivo.
Primer ejercicio de observación y análisis. Observando las siguientes imágenes, me dispongo a estudiarlas según su funcionalidad. La primera: Un trono Inca. El asiento exclusivo para el rey del momento y su esposa. Robusto y duro. Tallado en piedra de una sola pieza, no tiene ni una parte móvil, es todo uno. Enorme y muy pesado. Su diseñador, su constructor, no pensó ni en un momento en la posibilidad de moverlo algún día. Tenía que ser muy complicado desplazarlo, tanto para él mismo o para el rey, como para algún ladrón al que se le ocurriera robarlo. La segunda: Una silla de despacho. Flexible y “multi-articulada”. El reposacabezas se puede ajustar en altura. El respaldo lumbar puede variar en concavidad para adaptarse mejor a la curvatura de quien vaya a sentarse. La altura del eje central, también regulable, para poder apoyar bien las piernas. Incluso la posición de los reposabrazos se puede modificar. Ligera y fácil de desplazar. Con sus cinco ruedas, estratégicamente posicionadas para facilitar dicho desplazamiento. Así como su peso; aparenta ser bastante ligera. Al menos “algo” más que el trono Inca. ¿Cuáles son las principales diferencias entre las dos? A parte de la comodidad, claro. Una es la movilidad. Mientras el trono es totalmente inmóvil, la silla puedo subirla, bajarla, balancearme sobre ella y regularla en multitud de posiciones. ¿Cuántas tuercas, bisagras, tornillos, botones, palancas,… tendrá la silla? El trono no tiene ni una. Está clara la funcionalidad de los dos asientos en este sentido ¿no?
¿Y su capacidad de desplazamiento? Por su forma y peso, el trono es casi imposible de desplazar. Necesitaríamos varios hombres para hacerlo. Y acabarían agotados con sólo moverlo unos metros. Pero la silla… casi se mueve sola. Realmente, los diseñadores de ambos asientos consiguieron su propósito, y cada objeto cumple con su función. ¿Y al ser humano? ¿Quién nos ha hecho así? ¿Quién es nuestro diseñador? La evolución y la propia Naturaleza, ¿verdad? ¿Y por qué somos así? Nos fabricaría con algún propósito… Segundo ejercicio, fácil y rápido. Observa tu cuerpo, tus brazos, tus piernas,… Más o menos flexible, más o menos ligero. Piernas, brazos, una eje central superarticulado. ¿A qué te pareces más? ¿Al trono o a la silla de despacho? En principio -no seas cruel contigo mismo-, te pareces más a la silla, seguro. Más de 200 huesos y de 600 músculos componen alrededor de tus 360 articulaciones. Yo lo tengo claro. ¿Y tú? La Naturaleza llevó al hombre a ser como es con una única finalidad (mecánicamente hablando): el MOVIMIENTO.
A mí me toca respetarlo y mantenerlo. Si quiero llevar una vida sana y sencilla, si no quiero complicármela, tengo que mantener mi movilidad y mi ligereza. Una vida físicamente activa y una dieta saludable serán la base de mi bienestar físico, y de rebote, del mental y el emocional. Puedo seguir siendo flexible, móvil, ágil y ligero como la silla multi-articulada de despacho. O puedo convertirme en un trono inca, pesado, rígido e imposible de mover. Ahora mismo me planteo si me muevo lo suficiente o incluso si no me muevo nada, llevándole la contraria a la Naturaleza. Algo arriesgado, porque cuando le llevas la contraria… termina por doler Mejor apuesto por una vida en movimiento, una vida natural, una vida sencilla. Hasta luego.

¡¿Que no le hablen en Chino!