Perder los Juegos Nacionales fue lo mejor para el Valle


“Perder para ganar no es perder”… Francisco Maturana

Los deportistas del Valle del Cauca sin lugar a dudas tienen mucho talento, sólo basta analizar la actuación en Juegos Nacionales al conseguir ubicarse en segundo lugar por debajo de Antioquia y por encima de Bogotá. Para nadie es un secreto que la dirigencia deportiva y política de Antioquia la tiene clara para jugársela toda por los deportistas. En nuestro departamento del Valle, el apoyo es muy limitado, esto debe mejorar o de lo contrario dentro de cuatro años estaremos comentando lo mismo y lamentando que no ganamos los Juegos Nacionales. 
La pregunta es: ¿De qué manera mejorar? Y la respuesta es sencilla: Cada pueblo se merece sus gobernantes, en este caso el deporte del Valle se merece sus dirigentes deportivos.  Es decir, en el Valle del Cauca hay dirigentes de las ligas que llevan muchos años “apoltronados” en sus cargos, ellos son elegidos por los clubes de los diferentes municipios, entonces algún desprevenido podría decir que coman de su propio cocinado”.  ¿Usted qué opina?
Pasemos a la reflexión que ya tiene seguidores y seguidoras: Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados y un único hijo, su heredero.  Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos.  Su padre siempre le advertía que sus amigos solo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.  Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyan un pequeño establo.  Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa que decía: “PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE”.  Más tarde, llamó a su hijo y lo llevó al establo y le dijo: ¡Esta horca es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.  El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero, para no contradecir al padre, prometió, pensando que eso jamás podría suceder.  El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, pero, así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.  Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto.  Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir: Ah, padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es demasiado tarde.  Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero, al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más... Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad... Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin. Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente y el joven cayó al piso.  Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes...  La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas.  En ella estaba escrito: Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre.  Dios es exactamente así con nosotros.  Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta él.  El siempre nos da una nueva oportunidad. Nunca lo olvides: ¡Dios te ama!

¡¿Que no le hablen en Chino!