Francisco, súper capacitado para el deporte


El ser humano es capaz de sobreponerse a muchas limitaciones, es el caso de Luís Francisco Sanclemente, un ejemplo de superación.  Desde que sintió que su médula espinal tenía dificultades, se mentalizó y empezó a prepararse para dar la batalla.  Muy joven quedó en situación de discapacidad, en silla de ruedas.  Un poco más adelante conoció el deporte del atletismo, lo que parecía una limitación, lo convirtió en fortaleza. Luís Francisco Sanclemente es técnico en sistemas y administrador de empresas del Instituto Técnico Agrícola de Buga.  Nació en Bogotá el 21 de abril de 1988 y reside en Buga, Valle del Cauca, desde los 4 años siempre ha sido deportista y esa fue una motivación para continuar con el deporte sin pensar en ninguna limitación física.  “Fui deportista desde muy niño y antes de la lesión medular fui futbolista en la selección Buga y selección Valle”, cuenta Luis.  El atletismo lo empezó a practicar hace 3 años y hace 2 decidió participar en maratones. “Decidí el atletismo porque es lo que más se acomoda a mi forma ser y a mi manera de vivir y por la atracción que tengo por este deporte”, dice.  Al igual que muchos deportistas, Luís Francisco no siempre tuvo discapacidad física; una Mielitis Transversa, inflamación de la médula, que hace que ésta se seccione e impida la conducción nerviosa, le produjo la inmovilidad.  Eso ocurre, explica Luís, por un virus que normalmente afecta los pulmones, garganta o estómago y a él le atacó la médula. “Desde ahí empieza a ser especial todo”, comenta entre risas.  La enfermedad cambió su vida cuando ya tenía 18 años, aún no había nacido su hija, ni culminado su bachillerato. Sin embargo su lucha siguió y emprendió una nueva carrera, con ajustes a nivel deportivo, pero eso no impidió que continuara cosechando frutos en lo que tanto le apasiona, el deporte.  La competencia más importante que el enfrentará es en Argentina en el mes de octubre de 2013.  Ahí queda este ejemplo  de tenacidad y ganas de salir adelante, a pesar de las limitaciones físicas. 
La reflexión: Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte?, ¿Buena suerte?, ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos, entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: «¿Buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe?».  Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna.  Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte?, ¿Buena suerte?, ¿Quién sabe?». Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones, cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¿Quién sabe? Todo lo que a primera vista parece un contratiempo, puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista, puede ser realmente dañoso. Así, pues, dejemos a Dios decidir lo que es buena y mala suerte, y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman. 
Tomado del libro “Sadhana, un camino de oración“, del místico y sacerdote católico Anthony de Mello (1931-1987).

¡¿Que no le hablen en Chino!