DÍA DEL NIÑO Y LA RECREACIÓN EN BUGA

Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea. Paulo Coelho

La ONU recomendó que todos los países instituyeran el festejo para promover la fraternidad entre los niños y la realización de actividades tendientes a su bienestar, pero dejó a cada nación en libertad de elegir la fecha.

Por eso, la fiesta no es uniforme: por ejemplo, en Colombia, es el último sábado de abril y en México el último día de ese mes; en Paraguay, el 31 de mayo; en Venezuela, el tercer domingo de junio; en Uruguay, el 9 de agosto; en Chile y Argentina, el segundo domingo; en Perú, el tercero; y en Brasil el 8 de octubre.

Unido a esta propuesta internacional el nuevo Centro de recreación de Comfandi Buga abre las puertas este sábado 24 de abril día de los niños y niñas afiliados y no afiliados para que totalmente gratis disfruten de un sensacional show de títeres “LA PAREJITA CHANCHO VUELVE AL CAMPO” desde las 11:00 a.m.

Hoy queremos hacerle un regalo a los niños que leen el Semanario El Periódico y en especial la presente Columna, invitando a los adultos para que entiendan que: Los niños vienen en tamaños, pesos y colores surtidos, se les encuentra dondequiera, encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo, saltando. Las mamás los adoran, las niñitas los odian, las hermanas y los hermanos mayores los toleran, los adultos los desconocen y el cielo los protege. Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, la esperanza del futuro, con una rana en el bolsillo.
Un muchacho tiene el apetito de un caballo, la digestión de un tragaespadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de una gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la timidez de una violeta, la audacia de una trampa de acero, el entusiasmo de un triquitraque, y cuando hace algo, tiene cinco pulgares en cada mano.
Le encantan los dulces, las navajas, las sierras, la navidad, los libros con láminas, el chico de los vecinos, el campo, el agua (en su estado natural), los animales grandes, papá, los trenes, los domingos por la mañana y los carros de bomberos. Le desagradan las visitas, la doctrina, la escuela, los libros son láminas, las lecciones de música, las corbatas, los peluqueros, las muchachas, los abrigos, los adultos y la hora de acostarse.
Nadie más se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tan tarde. Nadie más puede embutirse en el bolsillo un cortaplumas oxidado, una fruta mordida, medio metro de cordel, un saquito de picadura vacío, dos caramelos, seis centavos, una honda, un trozo de sustancia desconocida y un auténtico anillo supersónico de clave con un compartimiento secreto.
Un muchacho es una criatura mágica. Usted puede cerrarle la puerta del cuarto donde guarda las herramientas, pero no puede cerrarle la puerta de su corazón. Puede echarlo de su estudio, pero no puede echarlo de su mente. Todo el poderío suyo se rinde ante él -es su carcelero, su jefe y su amo-. El, ¡un manojito de ruido caripecoso! Pero cuando usted llega a casa por la noche con sus esperanzas y sus ambiciones hechas pedazos, él puede remediarlo todo con dos palabras mágicas: “¡Hola, papito!”. P.weeler. Eso sí: será lo que viva. Si lo critican, aprenderá a condenar; si su entorno es hostil, se volverá agresivo; si lo ridiculizan, será tímido; si vive con vergüenza, aprenderá a sentirse culpable; si lo aplauden, tendrá confianza en sí mismo.

Si lo elogian, apreciará al otro; si vive con tolerancia, aprenderá a ser paciente; si le dan seguridad, tendrá fe; si lo aprueban, confiará; si tiene amigos, será sociable.

Si cuenta con la guía de un padre o sustituto, adquirirá conciencia de límites y obligaciones; si vive con su madre u otra persona que ejerza ese rol, sabrá lo que es amar y ser amado. Hasta pronto.

¡¿Que no le hablen en Chino!